Nos pisotean la dignidad. El acoso sicotrónico y toda clase de acciones de ese tipo que inciden en la vida privada del individuo, en su mente y cuerpo, lo situan como ciudadano de sengunda clase. Los acosadores son indetectables pero siembran la sospecha, y tal indefinición puede perjudicar a terceros sin culpa alguna.
El ámbito de actuación de la víctima es muy reducido, limitándose a esquivar el ataque protegiendose con contramedidas (paneles aislantes, tapones para los oidos, inhibidor de frecuencia, etc.) de escaso efecto, o denunciando publicamente el acoso. El desconocimiento social de este suceso reduce la posibilidad de encontrar solución, y que se haga justicia.
La víctima de acoso sicotrónico está desamparada.
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